domingo, 22 de febrero de 2009



Quiero escribir, pero no se que, ni cómo. Quiero calmar la ansiedad que tengo adentro. No estoy adolorida, ni enojada, ni nerviosa. Estoy simplemente, triste. Por nada en especial, o quizás por la suma de cosas. Por la suma de muchas tristezas, mayores y menores, que llevaron a que ahora, no pueda ni siquiera fingir una sonrisa.
Tengo demasiada vida encima para tener 21 años. Esa es la realidad. Sufrí muchisimo, sigo sufriendo, sigo tratando de superar lo que alguna vez pensé que era una adicción al dolor, una manera de victimizarme, pero aun asi, sigo sufriendo. Y no le encuentro solución. Terapia, introspección, reflexión, negación, excesos, cosas que paralizen y/o adormezcan el dolor, dejarme llevar, probé todo lo que pude. Y sin embargo, las situaciones parecieran perseguirme a un nivel inconsciente y la tristeza, simplemente, no se va.
Con nadie, con nada.
Y me estoy quedando sin ideas, sin ganas, sin fuerzas para ser optimista. Puede ser que lo que no te mate te haga más fuerte, pero nadie se acordó de mencionar que en el proceso te quedas casi sin nada. Te quedas con las ganas, a veces, de no estar más.
Porque estar asi, es horrible. Sentir ganas solamente de no estar, es horrible. Es horrible saber que finalmente, todas las tristezas terminaron atrapándote por más que las hayas evitado durante años, y ahora, todas juntas, apiladas unas sobre otras, se volvieron imbatibles. Eso para mi, es el reflejo más tenaz, mas inexorable y mas certero de la tristeza. El querer creer que hay algo o alguien que nos podría salvar de nosotros mismos, de las penas añejas y rancias instaladas en las vísceras, simplemente porque uno ya se volvió inmanejable para uno mismo y ahora, necesita poder descansar en alguien más.
Todo esto que voy pensando me hace darme cuenta de la importancia de la fé. No solamente hablando de religión; sino que uno puede tener fé en la gente, en las acciones, incluso en el destino. No creer en nada es bastante parecido a estar muerto por dentro. Confortably numb.
Y para nosotros, los hipersensibles, los que a veces consideramos que sentir demasiado era más una carga que un don; es muy triste dejar de sentir. Y no querer estar, porque realmente ahora, preferiria no estar.
Seria mejor ser un recuerdo a interpretar del que lo guarde a ser el retrato de la angustia en carne que no vale nada. Haber sido tan cobarde como para culpar a otro por mi dolor, cuando la verdad es que ese dolor siempre estuvo, nunca se aplacó.
Hace varios dias que vengo reprimiendo las ganas de escribir. A veces escribo por diversión, por ocio, por necesidad y otras, como esta, por ansiedad. Y la verdad es que ahora, despues de dos horas de dar vueltas en la cama con la cabeza desbordante de cosas, me da miedo escribir.
Porque una vez que empiezo, brotan pensamientos que aun yo desconozco hasta verlos por escrito, y en esa instancia no queda más que enfrentarlos.
Porque apenas esten escritos, van a dejar de ser ideas, y volverse reales.

22-06-08

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