jueves, 19 de marzo de 2009

El dia que el se fué, me quedé en la cama. No podia, ni queria salir.
Me acuerdo que me ardian muchisimo los ojos.
Cada vez que alguien se acercaba, contestaba con monosílabos, o apenas gestos.
No podia, ni queria hablar.
Hablar lo hubiera hecho todavía más real. Si fuera posible, más doloroso.
De alguna manera, intuía que pese a las promesas que me dejó antes de casarse, era una era terminada. Lloré, rogué y lloré un poco más. Le expliqué que si el me dejaba sola de nuevo, era muy difícil que me recuperara. Le pedí que no me dijera nada más; ni halagador ni insultante. Que no hablara; que solamente se quedara, porque siempre habia sido su presencia lo que habia logrado calmarme. Rompí con todas mis costumbres, y lo dejé escucharme llorar.
De todas maneras, ese dia, el se fué.
Dividimos las cosas; el se llevó algunas canciones, yo me quede con otras; registros de discusiones y planteos, noches más felices, sensaciones nuevas. Le pedí que se llevara la sensación amarga de no poder respirar; y no quiso. Le pedí que se llevara su tono de voz de mi cabeza, y me lo dejó anclado contra mi propia voluntad. Me tomó meses desenterrarlo. A veces, muy de vez en cuando, todavia aparece.
Horas después seguia en la cama, en la misma posición, mirando fijo un punto imaginario en la pared. Sin ganas de levantarme y darme cuenta de que realmente, habia pasado y que ya no habia vuelta atrás; ni para el, ni para mi. El silencio se interrumpió de golpe y me sobresaltó.
Escuché el eco de algo que se rompía.
Y ahi mismo supe que realmente se habia ido; y que, indefectiblemente, una parte mia se habia ido con él.






(Cosas que uno encuentra escritas mucho tiempo después...proceso de reorganizacion un carajo)

No hay comentarios:

Publicar un comentario